jueves, 7 de mayo de 2015

...y nada más querido que lo que perdí

Marta está en la peluquería, de espaldas al espejo, con los ojos cerrados reprimiendo un estallido de lágrimas.
La suave lluvia que golpea sobre sus hombros al desprenderse uno tras otro cada mechón de su cabello, se le antoja una inclemente granizada que, por momentos, le está helando el corazón.  
 

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