miércoles, 18 de marzo de 2015

La mar de solo

El viejo marinero, oyendo descerrajar la puerta de su casa, se hizo el desvanecido. En el suelo, anhelaba sentir unas manos sobre él y escuchar una voz diciéndole: "¿Puede oírme?".

Él, que había surcado la inmensidad de los mares, ahora, con su vida a la deriva, se hundía en soledad.





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4 comentarios:

  1. Me parece buenísimo, dice mucho y de calidad en muy poco espacio. Cómo cosas que en otros tiempos pasan desapercibidas a nuestros ojos y siempre parecen ajenas... siempre llega el momento en que comprobamos la fuerza de aquello.

    Un saludo

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    1. Cuando uno es joven, la soledad es sinónimo de libertad. De viejo, no suele ser la mejor compañera. Muy agradecida por tus palabras, Geus. Un saludo

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  2. Hola! Enhorabuena por la nominación. Muy interesante el blog, volveré sin duda, te sigo.

    La soledad, a veces amiga, a veces enemiga, qué importante es el contexto y la situación para valorar las cosas en su justa medida.

    Un saludo

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    1. Hola, Tino. Enhorabuena a ti también por lo mismo. Sobre la soledad, tal como comentas, depende. Si tu la eliges, te sientes libre. Pero si es ella la que te elige a ti, la cosa cambia. Gracias por la visita y visitaré igualmente tu blog. Saludos.

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