Empezó a pensar en un nuevo teorema para acabar con el triángulo en el que se sentía tan encorsetada. Solo tenía que
conseguir librarse de ese par de catetos que siempre le asaltaban por las
esquinas.
Abandonando
la recta postura que le caracterizaba dejó de guardar la línea, y
apenas su figura empezó a insinuar una leve curva, ellos, mostrando su
lado más obtuso, desaparecieron.
Por fin una hipotenusa con personalidad jeje.Abrazos
ResponderEliminarGracias por pasarte y comentar, Manuel. Abrazos
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