jueves, 27 de marzo de 2014

Una tarde en el cine

El sabor del chupachups, especialmente el de fresa y nata, me transporta directamente a un domingo por la tarde de mi niñez. Mi hermano y yo, contaríamos unos diez y ocho años respectivamente, nos dirigimos a un cine ubicado en la parte vieja de la ciudad. Proyectaban la película Lawrence de Arabia. Antes de entrar, gastando meticulosamente hasta el último céntimo de nuestras dominicales pagas, habíamos hecho provisión de chucherías, entre las que se encontraban varios chupachups de diferentes sabores. A mi hermano, amparándose en ser mayor, le encantaba ser el encargado de la intendencia de las golosinas.

Aquella tarde llegamos muy justos de tiempo y nos sentamos justo cuando se apagaban las luces. Después de dar cuenta de sendas bolsas de palomitas, le pedí a mi hermano un chupachups de fresa y nata, mi sabor preferido. Para mi sorpresa, en un momento en que encendieron las luces por avería en el proyector, pude comprobar que aquel chupachups no era de fresa y nata sino de café con leche.
Recuerdo que entre paladeo y paladeo de los dulces chupachups no pude evitar enamorarme de los ojos de Peter O'Toole, que con su mirada intensa llenaban de azul las interminables tierras desérticas.

6 comentarios:

  1. Quién no recuerda esas tardes en esos cines de los años 70 en mi caso con tantas y tantas historias que contar.Un bonito flash back. Me gustó.

    Abrazos

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  2. Hola, Manuel, sí nuestras infancias sin el cine, sobre todo en invierno, hubiesen sido mucho más aburridas. Gracias por comentar. Un abrazo.

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  3. Hola, Juana. Me gustó mucho esta historia que te inspiró la propuesta "sensorial" del Fantasma de La Glorieta. A mí, en particular, me hiciste acordar de mi infancia, cuando iba a la matiné munida de una caja de maní con chocolate. En esa época, la única sala de cine que había en Neuquén era el Cine Español, que en los 90 fue remodelado- todavía recuerdo la reinauguración, pasaron "Ghost, la sombra del amor"- y hoy en día está siendo nuevamente remodelado. Claro está, ahora ha quedado reducido a un pequeño cine histórico en el centro de la ciudad, porque ya contamos con varias salas multicine en los shoppings center que pulularon en los últimos años. Espero algún día conseguir por estos lares un chupachup, para de alguna manera convertirme en el personaje de tu cuento ;)

    Cariños,
    Mariángeles

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    1. Hola, Mariángeles, me alegra mucho que este pequeño texto te haya traído recuerdos de tu infancia y que me lo hagas saber de esta forma tan generosa con todo lujo de detalle. Al hilo de lo que comentas ha ocurrido en Neuquén con el Cine Español, que por lo menos se sigue conservando, aquí en Pamplona han desaparecido muchos cines antiguos. Otros se han remodelado haciendo salas multicine.Y, tal como tú dices, también aquí contamos con cines en los centros comerciales En fin, pienso que el cine tiene un papel importante acompañándonos en cualquier etapa de nuestra vida.
      Mil gracias por tu visita y palabras. Abrazos.

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  4. Goloso texto impregnado de añoranza, se hace la boca agua.

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    1. Sí, es cierto que si en la infancia has sido medianamente feliz, sientes cierta añoranza recordándola. Gracias, Bea, por tus jugosas palabras.

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