martes, 17 de diciembre de 2013

Triste sonrisa laboral



En los ojos perfilados en azul de Paula rezumaba la tristeza, aunque ella trataba de maquillarla de alegría sin conseguirlo. Cada día, frente al espejo parco en reflejos de los vestuarios de la fábrica, intentaba adecuar a su rostro la sonrisa laboral exigida por su jefe, como si se tratara de una norma más de obligado cumplimiento, fracasando una y otra vez en el intento.





Sus derechos de trabajadora, sumergidos en una ponzoña a la que llamaban Reforma Laboral, habían encogido muchas tallas en poco tiempo, por lo que la alegría ya no cabía en sus ojos y la sonrisa le venía demasiado grande a sus labios.

2 comentarios:

  1. No hay mundo más triste que aquel en el que una sonrisa es algo demasiado grande para poder llevarla a la práctica. Doblemente triste si el gesto se trata de imponer por decreto. Un saludo, Juana.

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  2. Gracias por tu comentario, Ángel. No lo había visto hasta hoy. Hace un tiempo tuve problemas informáticos y se me borraron los comentarios. Así que ha sido toda una sorpresa encontrar el tuyo en esta entrada de diciembre de 2013. Saludos

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