sábado, 29 de enero de 2011

LA MEMORIA DE LOS PUENTES

Los puentes tienen memoria

y, andando el tiempo, recuerdan

esas pequeñas historias

grabadas entre sus piedras.






Allí, dormidos se quedan

ecos de días de gloria,

de esos cánticos que suenan

celebrando la victoria,

y esos restos de la euforia

transformados en leyenda,

logran dejar en los que odian,

también, su pequeña huella.


La vida sigue cual noria

y los puentes la contemplan,

tan banal, tan ilusoria

y, sin embargo, tan plena.



Esos rumores que lleva

el río en su trayectoria,

puente a puente hacen la historia

que cada puente recuerda.

Javier Igarreta (29/01/2011)

domingo, 16 de enero de 2011

UN CUENTO "REAL"

En Navidad solemos poner el belén sobre la mesita del recibidor, ya que es el sitio más idóneo para tal menester. Dicha mesita, durante el año, suele estar decorada con algunas figuras y un pequeño jarrón con flores, pero también sirve para colocar en ella las llaves y los teléfonos móviles de quienes en cada momento nos encontramos en casa. Y cuando uno se acostumbra a dejar las cosas en un sitio, tiende inconscientemente a seguir haciendo lo mismo. Es lo que a mí me ha ocurrido, en más de una ocasión, estas pasadas navidades; seguí dejando el móvil en la mesita, aprovechando un pequeño espacio vacío en el musgo del belén.



Lo que os vengo a contar sucedió en Nochebuena. Nos juntamos para cenar los de casa y algunos familiares más. Con el bullicio que organizamos, no pude oír que sonaba mi móvil. Por otra parte, tampoco esperaba en una noche así ninguna llamada. Pero sí la hubo y además insistente… aunque yo no lo supe hasta cuatro días después.



Efectivamente, el día 28 de diciembre recibí una llamada en mi móvil desde un número codificado con las cifras 2412, que estuve a punto de no atender ya que no sabía quién me llamaba. Contesté y oí que me decían – Soy Lucas Aranda de Movifone, ¿sería tan amable de ponerme con el “Rey Melchor”?... tuve el gusto de hablar con él el día de Nochebuena… Caí enseguida en que era el día de los inocentes y le contesté… - vaya con bromitas a otra parte… y ya estaba a punto de colgarle, cuando escuché: - veo que usted no comparte el buen humor de su compañero de piso….



En este punto me picó la curiosidad y le dije que me contara exactamente cómo había sido la conversación a la que se refería cuando llamó en Nochebuena a mi móvil, y así me la contó:



- ¿Quién llama a estas horas, qué ocurre?



- Soy Lucas Aranda y le llamo desde Movifone ¿Es usted don…?



- Soy el Rey Melchor y ¿usted, quién es?



- Le felicito por su gran sentido del humor…



- Perdone, pero voy camino de Belén y no tengo tiempo que perder…



- ¿Usted se quiere quedar conmigo…?



- ¿No le estoy diciendo que tengo mucha prisa?, dígame de una vez qué es lo que quiere…



- Sea usted quién sea, quiero darle una buena noticia…



- Perdone, supongo que la buena noticia es que ha nacido El Mesías…



- Ya veo que se toma usted muy en serio esto de la Navidad. Como ya le he comentado, soy Lucas Aranda y le llamo desde Movifone para ofrecerle nuestra Oferta Estrella que estoy seguro usted no querrá perderse…



- Disculpe, pero mis compañeros Gaspar y Baltasar y yo ya tenemos una estrella que nos guíe. Venimos desde Oriente siguiéndola,  ella es la que nos conducirá hasta Belén y no tenemos ningún miedo a perdernos. Y ahora tengo que dejarle, me están esperando.



Así terminó, al parecer, esta inaudita conversación.



Me despedí del tal Lucas Aranda pensando que tal vez se tratase de una inocentada muy elaborada, pero al comprobar en el registro del móvil que existió tal llamada, en Nochebuena y desde un 2412, me quedé perpleja.



A partir de este momento me propuse indagar entre los familiares para saber quién era el misterioso “Rey Melchor”, pero las pesquisas resultaron totalmente infructuosas. Solo me queda pensar que realmente fue cosa de “magos”.



FIN




Juana Mª Igarreta (enero 2011)

sábado, 8 de enero de 2011

LA SOPORTABLE LEVEDAD DEL SER

Ser y no ser,


ser un instante


contante y sonante,


con un eco que es ayer


y un atisbo que, insinuante,


aún dista mucho de ser.



Ser un ser,  que apenas es


frágil cesura inquieta,


entre un antes y un después.



Ese instante que se fue,


que aún perdura en la memoria


o, tal vez, dejó de ser


mudo sin pena ni gloria,


ya no es ser, sólo su historia.



Tampoco tiene que ver


con el ser, lo que se espera


que suceda en el después,


porque el ser sólo es ahora,


ni anticipo ni demora,


un momento que atesora


todo y sólo lo que es.



Esos recuerdos del ser,


son como brillos de estrellas


que, a pesar de ser tan bellas,


ya no son, fueron ayer.



Y esa ilusión del después,


hace que el ser aparente


sea en verdad lo que siente,


porque el pasado así fue.



Javier Igarreta Egúzkiza, 11/11/2010

jueves, 6 de enero de 2011

RIMAS Y APEGOS

Andén, rima con tren,


en marcha, con escarcha,


un día con lejanía


y después, es más que un mes.


Lo que ha sido, ya es olvido,


el amor,  rima con flor,


lo marchito, con un grito


y lo frío,  con vacío.


Mi yo, ya no rima con tú,


ni mi verso,  con tu universo,


adiós, se hizo un eco tras vos,


el tiempo,  rima con viento.


A veces, aún riman con siempre,


recuerdos que añoran su invierno,


de risas,


sonrisas


y brisas,


rimando en un tren que se fué.



"La vida, un instante de humo,


entre un tren que se aleja


y otro que se acerca"  (Egomet)



Javier Igarreta Egúzkiza, 8/11/10