lunes, 30 de agosto de 2010

PLEGARIA DE UN ATEO DE BAJA INTENSIDAD


Gloria a Dios en las alturas,


disputándole al ozono


los espacios de su trono,


compartiendo serias dudas,


sobre si apta es la espesura


esencial, por la que somos


justamente criaturas.





Gloria a Dios en las alturas,


con cantos bajos de tono,


entre chatarras a coro


de galácticas basuras,


que hasta al cielo mismo abruman


tantas órbitas de adorno


kitsch celeste, de alma absurda.




Gloria a Dios en las alturas,


si es capaz de ser, con todo,


pura esencia de su modo,


de ser mudo si van duras,


de callar si van maduras


y hacer mutis por el foro


cuando esperas una ayuda.


Javier Igarreta, 23/07/10



A UNA MONJA




Por la calle Salsipuedes


solitaria va una monja,


domingos, martes y viernes.


Me mira,  siempre de frente,


cuando vengo de la compra


y ella sale hasta la fuente.


Si me paro, se demora


en su paso intermitente,


me sonríe y sigue sola.


Es menuda, pero tiene


bajo el hábito de monja,


no se qué, que la engrandece,


cuando domingos y viernes


saca el rosario y airosa,


va desde el fondo a la fuente.


Tamién los martes se siente


su presencia primorosa


con arrugas en la frente


y esos ojos que, con verte,


parece que te despojan


y se adentran en tu mente.


Tal vez, no sea una monja,


tal vez, sea cosa de duendes,


tal vez, un sueño que mora


en la calle Salsipuedes.

Javier Igarreta, 21/07/10